Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amo la vida, y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.

-Mercedes Sosa

Como era de costumbre cuando llegaba el domingo la familia de Amanda se iba a Llano Grande, pueblito pequeño que estaba a 25 minutos de la Ciudad, de aire fresco, tranquilo, de clima templado, donde todos sabían quien era Garrincha, sobrenombre con el que conocían a su Papá, ahí en ese mágico lugar, se olvidaban de la rutina de la semana, tenían una casa que solo los domingos la habitaban lo primero que hacía su Papá al llegar a su casita dominguera, era abrir las ventanas y prender su vieja Vitrola Zenith (años 70) y sintonizaba su emisora preferida, Amanda se preguntaba y como es que ese aparato aun daba el mejor sonido? Pero hay cosas que por mas antiguas que sean, si se cuidan con amor seguirán funcionando, al fondo se podía escuchar a Mamá Lala diciendo vayan a lavarse las manos que pronto estará la comida, después del delicioso almuerzo, vendría la mejor parte para todos, su Papá junto a Carlitos y Juanito hermanos de Amanda irían a jugar fútbol en un equipo que en su juventud lo había fundado, Mamá Lala también aprovecharía e iría a visitar a sus hermanos, y Amanda junto con Carolina se reunirían con sus primos que vivían a dos casas de su casita dominguera, llegar al pueblito era lo mas lindo, se volvían tardes alegres, de risas y juegos, aprovechaban el tiempo a lo máximo porque sabían que cuando el sol empezaba a ocultarse escucharían la voz de su Abuelita Mamaquito, llamándoles a tomar una deliciosa taza de chocolate con pan y eso marcaría el reloj para dentro de poco retornar….

Al regreso en la furgoneta Toyota de color azul claro, todos comentaban como había sido su tarde, partidos de fútbol ganados otros perdidos, felices porque visitaban a sus familiares, cansados de haber jugado y compartido con los primos, todos tenían anécdotas que contar, y así regresaban a su casa en Quito, con la ilusión de volver cada domingo y prender la vieja vitrola ……

Mientras duraba el viaje de regreso a casa, se escuchaba en el carro canciones de aquella época con letras románticas que decían, es que amar y querer no es igual, perdóname si algo que quiero eres tú, como yo te amo olvídate nadie te amará, no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor,  tu llegaste cuando menos te esperaba, procuro olvidarte haciendo en el día mil cosas distintas, me llamas para decirme que te marchas, Y como es El en qué lugar se enamoró de ti, que sera de ti necesito saber hoy de tu vida, aun puedo oír el tren partir y tu triste mirar, seguro eran éxitos del momento, Amanda se sabía todas las letras de esas canciones pero no se sabía la tabla del 8 del 9 y peor la tabla del 12, habían cosas más fáciles de aprender que aquellos números muy complicados, pero no le importaba porque sabía que una pequeña calculadora arreglaría ese inconveniente, el problema fue cuando la Profesora un día se tomó la molestia de ir hasta el negocio de sus padres para informarles que Amanda tenía una calculadora que llevaba a la escuela, Amanda tendría su castigo y la muy amable y querida Profesora su premio, pues su Mamá Lala le agradecería con un hermoso ramo de rosas rojas el haberse desviado del camino a su casa solo por ir a darle la queja….Por unos días sus tardes se volvieron aburridas pues debía aprenderse las tablas, pero con la ayuda de su hermano mayor Carlitos que por cierto nunca recibió la grata visita de su profesora, se aprendió las tablas, Amanda no sabía cuando recibiría otro castigo pero lo que si era seguro es que  la misma Profesora no tardaría en buscar algún mínimo motivo y así regresar por las hermosas rosas rojas……